martes, 24 de noviembre de 2020

Los principios y sus finales

  Respira, coge aire, hemos pasado la meta y es hora de dejar que la calma se apodere de la mente y del cuerpo. Estamos aquí, en el punto final del proceso y en el inicio de la siguiente fase. El camino ha sido duro, los días se han hecho largos y hemos perdido a lo largo del sendero; sin embargo, pese a los momentos más estresantes, el miedo y la incertidumbre, nos sentimos ligeros, felices de haber llegado al punto actual. Somos luchadores que han obtenido el premio que tanto ansiaban, poseedores de la gloria que buscábamos y nos merecemos. Ahora, parados en el tiempo, un remolino de ilusión y temor se cierne sobre nosotros, dándonos impulso, haciéndonos grandes y pequeños dependiendo del estado de ánimo que vayamos experimentando a lo largo de la espera por entrar a la que será nuestra nueva casa por una temporada. Allí nos transformaremos y reinventaremos, sufriremos y disfrutaremos del momento, nos volveremos aprendizaje y escribiremos esa página en blanco con la que empezamos y que ahora solo está provista de un encabezado de superación. 

No diré que no hemos padecido viento y marea, que nos ha sido fácil y que con poco la meta está al alcance. No lo haré porque no es cierto. El esfuerzo ha sido titánico, las horas se han convertido en días, semanas, meses y años; particularmente, he padecido el no apto y he tenido que evolucionar para poder degustar el logro. Cuando alguien se enfrenta a un proceso como este, tiene que cambiar, convertirse en una versión diferente de sí mismo, ser capaz de enfrentarse a circunstancias nuevas pese a los cursos que haya realizado con anterioridad en el colegio o en la universidad. Aquí, hay que reformarse y buscar el método más válido que te lleve a coronar tus sueños, ese que te permita acumular ingentes cantidades de información. Es fundamental, también, el apoyo de tu familia, la que ha vivido pacientemente cada una de las etapas como si fueran ellos los que se enfrentaban a la oposición y no tú, de los que han caminado contigo optando a una plaza y de los que no, fieles confidentes de tus miedos más absurdos y tus sueños más entusiastas. Al final, cada palabra amable que recibes, cada "tú puedes, este será tú año", es la gasolina que te impulsa hacia delante en los momentos más complicados. Porque todo suma en un proceso tan complejo como este. 

Sé que es típico y repetitivo hablar de disfrutar del reto, de confiar en tus elecciones, de que con esfuerzo todo se puede, pero es verdad. El sentirse orgulloso de uno mismo, de la evolución, de las mejoras diarias y el aprender a premiarse por ello, te va construyendo. Mucho se habla del apoyo que los demás nos aportan, pero poco del propio. Cuando se escoge correr por este paraje, hay que quererse más incluso que antes, estar ahí para uno y darse tiempo para asimilarlo todo. El cariño y la comprensión que brindamos a otros debemos dárnosla de continuo para golpear el suelo y saltar cuando los obstáculos se alcen, para levantarnos cuando nos tropecemos y para avanzar a oscuras sin ver lo que tenemos delante. Cometeremos erros y tendremos que afrontarlos, pensaremos que somos aptos y nos enfrentaremos a la derrota, pero pese a todo, cada impacto, decaída y ganas de posponer el objetivo, te van enseñando, te hacen más fuerte, decidido y te preparan para el ansiado aprobado que tanto esperas. 

No existe una fórmula infalible para pasar de no ser a ser, pero sí puedo afirmar que la perseverancia y el vigor, el amor propio y el ajeno, el deseo por evolucionar y formar parte de algo más grande, son una serie de requisitos que no pueden faltar en la mochila de un opositor. Desde mi posición solo puedo decir lo que ya había oído por boca de otros sin llegar a comprender del todo: "Da igual lo tortuoso que se ponga el recorrido, sigue corriendo, andando o incluso gateando hasta el final, ya que cuando llegues a la cima y observes imponente el paisaje que te rodea, te darás cuenta de que absolutamente todo lo vivido ha merece la pena".

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