viernes, 27 de marzo de 2020

Nada es invisible


 Actualmente vivimos de preguntas sin respuesta y de contestaciones a cuestiones que no hemos planteado. Dicen que nos mantienen informados, pero en realidad nos cuentan lo que consideran que debemos saber, que difiere mucho de tener un conocimiento real de la situación que estamos experimentando. La salud mental es un auténtico problema que deseamos mantener oculto, como si pudiéramos barrerlo y esconderlo bajo la alfombra sin repercusiones. Nos equivocamos si creemos que podemos obviar la depresión como una de las principales causas de muerte en los países desarrollados, enfrentándonos a ella con el protocolo de: "ojos que no ven, corazón que no siente". La cuestión está en que no queremos darnos cuenta de que, al no afrontar que enfermamos igualmente de mente que de cuerpo, continuaremos teniendo las cárceles llenas de personas que verdaderamente necesitan un psiquiátrico. 
Sin embargo, no hace falta cruzar la línea delictiva para comprobar que seguimos señalando a quienes no saben gestionar la realidad, sin cuestionarnos lo fácil que es cambiar la posición en la que nos hallamos, dejando de ser el dedo acusar y para convertirnos en el objeto de desprecio. Y es que por mucho que lo neguemos, todos pasamos por diversas circunstancias que no podemos afrontar con la entereza deseada; porque necesitamos -o necesitaremos- ayuda en algún instante y eso está bien, aunque quieran colocarte la etiqueta de loco. 
El psicológico es un profesional que se encarga de darnos la mano y reconducirnos de vuelta al carril que solíamos transitar, por lo que no debemos tener miedo de expresarle nuestro sufrimiento si finalmente la vida que tenemos no se ajusta a la versión idealizada que nos habíamos planteado. De hecho, gracias a reconocer la situación, podremos acercarnos a lo que queremos ser, ya que todo tropiezo nos permite parar y comprobar si el camino escogido es el que verdaderamente deseamos andar. Por ello y por miles de razones válidas, revindico la fuerza de quienes, pese a la losa que deposita la sociedad sobre ellos, gritan a los cuatro vientos que no son perfectos, que son humanos y que no siempre pueden con todo. Aquellos valientes que romperán los estigmas creados luchando contra los "qué dirán" sin más armas que la comprensión y entendimiento personal.