lunes, 3 de septiembre de 2018

Sigue


 El tiempo pasa lineal por la vida, o quizás sería más acertado decir que somos nosotros los que recorremos su espacio dejando trozos de nuestra esencia a lo largo del camino transitado. En realidad, elegir hacia donde dirigirse no siempre es complicado, pero es después cuando te das cuenta del esfuerzo que has decidido entregar a una causa que en principio no te parecía del todo importante. Sin embargo, la conciencia reaparece y te muestra que pese a todo, aquí estás, sufriendo por un futuro, mientras el miedo te acosa por el empeño que estás poniendo en intentar alcanzar la meta propuesta. Tiemblas, te asustas e intentas recular, pero al final cierras los puños, miras al frente, respiras, y te preparas para afrontar el desafío de las nuevas etapas sin formar, del devenir del puede, y no del absoluto, porque por mucho que te recrees e intentes hacerlo mejor, nada está asegurado y eso genera ansiedad. 

 Todos nos confundimos, caemos y continuamos, nos esfumamos y reaparecemos para reponernos y saltar sobre el peligro que se cierne; luchamos, perdemos, nos envolvemos en el cúmulo de la derrota, pensamos el porqué de nuestra desdicha y salimos con fuerza de voluntad gracias a las veces que hemos tropezado, los problemas subsanados, y la reconstrucción de nosotros mismos que ha sucedido en el proceso de tocar con las manos un objetivo

 El presente es distinto al ayer y tú has dejado atrás la persona que eras. De pronto, lo experimentando tiene más valor que el fin, la necesidad se disfraza de abrazos, y tu combustible son las pequeñas cosas. La realidad te da ejemplos, y acabas sentado —viendo en vez de mirar—, el papel destacado de la frustración y el error en la etapa que estás viviendo. Te dejas arrastrar por la corriente incesante del conocimiento, aceptando lo que venga con la cabeza fría y el corazón caliente, ya que pese a todo, extiendes los brazos y te abres para volverte aprendizaje.

domingo, 22 de julio de 2018

Certezas


 Parece mentira que después de casi siete meses sin escribir tenga tanto de que hablar. Normalmente, la sucesión de los días es monótona y la realización de las diversas tareas se hace más bien por automatismo que por pura necesidad; sin embargo, hay puntos donde se suceden una infinidad de momentos que sirven para catalogar un período de tiempo como determinante.

 Todo viene a raíz de una toma de decisiones desencadenada que me han llevado hasta la actualidad, con una pareja que me ha enseñado el verdadero significado del amor, y un ambiente prolongando de él que no es más que la representación del sentimiento más puro pero desde diferentes perspectivas. Se que muchos no lo creen, que piensan que nada de esto existe, o que quizás viene derivado del capricho de los primeros roces, pero puedo asegurar desde la experiencia, que las apreciaciones sobre amores que derrumban muros y cruzan mares es cierta. Desde aquí todo torna distinto, el mundo se ve en su totalidad y los problemas dejan de pesar como losas para volverse ligeros; por supuesto no quiero vender la idea de que viviendo el amor todo lo demás sea insulso, pero si te permite apreciar la vida desde la metáfora del vaso medio lleno, en vez de centrarte en la ausencia del agua.